“La realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ella, sigue existiendo y no desaparece.”- Philip K. Dick

Todos los días, gran cantidad de aviones surcan los cielos de todo el mundo, dejando tras de sí esa archiconocida estela blanca que ha dado lugar a una de las teorías conspirativas más famosas de los últimos tiempos: los chemtrails o esos rastros de productos químicos con los que se dice nos rocían a todos, con vayan ustedes a saber cuáles y con qué oscuros propósitos…

Así que hoy, y a propósito del reciente día internacional de “internet seguro” (safer internet day), hablaremos un poco acerca de lo que hay detrás de uno de los tantos bulos que circulan por esta jungla llamada internet…

Primero, ¿qué son estas estelas?

Estas estelas son más bien contrails (condensation trails) o el rastro que dejan los aviones a su paso producto de la condensación. Un avión a reacción se impulsa gracias a los gases emitidos en la combustión de hidrocarburos, siendo estos principalmente CO₂ y H₂O en forma de vapor. Si la temperatura exterior es muy baja, este H₂O se condensa y cristaliza rápidamente, formando esa estela de condensación que todos podemos ver.  Se tiene también la condensación aerodinámica que se genera en las alas debido al efecto Bernoulli, más difícil de ver, pero que igual da lugar a una estela de condensación producto del contacto con el aire frío.

Esto en cuanto a la explicación de la inmensa mayoría de “trails” que vemos en el cielo, sin embargo, hay otros que no son producto del paso de aviones comerciales, sino de otro tipo. A continuación veremos cuáles, pero eso sí, desde ya les decimos que se olviden de ovnis u otras historias por el estilo…

Las “otras”…

Si existe algo en lo que hay consenso entre los “conspiranoicos” es que “nos fumigan”, la diferencia viene cuando vemos los posibles motivos. Entre éstos tenemos desde formar nubes con productos tóxicos y hasta patógenos para enfermar a la gente y volverla más sumisa (¡!), controlar el clima mundial, (recordemos el también famoso proyecto HAARP), impedir que llueva, disipar tormentas, hasta aviones que dispersan polvo de diamantes y partículas de óxido de aluminio para que este actúe como protección contra el calentamiento global. De todas éstas, quizás a la que más hemos visto en noticias es a la relacionada con la lluvia, y también, la creencia de muchas personas, sobre todo agricultores, de que estas estelas están relacionadas con la sequía y las altas temperaturas.

Sembrar es la clave…

En el caso de España en particular, se dice que se intentaría controlar el clima para evitar las lluvias y ”favorecer el turismo”, lo que estaría un poco sustentado por un estudio publicado en USA hacia el año 1997, y que se titulaba algo así como “haciéndonos dueños del clima en 2025” (Owning the Weather in 2025), el cual no haría más que afirmar que sí, se puede controlar ciertas condiciones atmosféricas… Pero, ¿se haría esto para causar sequía?

En cuanto a esta interrogante, la Asociación Española de Meteorología (AEMET) ha dicho que sí existe una práctica, aún experimental, llamada “siembra de nubes” con el fin de, más bien, acelerar lluvias y no como se dice para elevar temperaturas y “favorecer el turismo”. Para ello se usaría principalmente yoduro de plata, el cual según los expertos, facilitaría las precipitaciones y evitaría además que se formara el tan perjudicial granizo.

¡Lluvia bendita!

Fue en el año 1946 cuando los científicos Vincent Schaefer y el Premio Nobel Irving Langmuir, descubrieron por casualidad este procedimiento de siembra de nubes y como bajar la temperatura dentro de una para forzar la creación de cristales de hielo que permitiría dar lugar a las precipitaciones.

Para esta siembra se probaron distintos compuestos, concluyendo que los más efectivos eran el ya comentado yoduro de plata, así como también el hielo seco (CO₂ congelado) y el propano líquido. Pero no es que esto ocurre de manera mágica con solo tener alguno de estos compuestos, no… Se necesita además que las nubes «a ser sembradas» contengan agua líquida sobreenfriada, es decir, en estado líquido y por debajo de 0ºC.

En cuanto al CO₂ congelado y al C₃H₈ líquido, al encontrarse éstos con una atmósfera más caliente de la que requieren para enfriarse, se vuelven gases rápidamente provocando una expansión brusca y enfriando el aire de su entorno, promoviendo así la nucleación espontánea de los cristales de hielo, los cuales serían muchos y muy pequeños, evitándose con esto que ocurra la precipitación en forma de esas tan temidas bolas de granizo.

¿Ficción o realidad?

A pesar de que AEMET dice que esta metodología ha resultado ser decepcionante, existen en el mundo alrededor de 34 empresas que se dedican a esta siembra de nubes y alrededor de 40 países que emplean estas técnicas con mayor o menor suerte. Sí, suerte. Y es que existen dudas razonables sobre la rentabilidad económica de esta “siembra” para aumentar las precipitaciones, ya que datos hablan sobre aumentos de aprox. un 12% de las precipitaciones, pero sin tener realmente un punto de referencia. Dado que no se puede tener otra nube de iguales características nunca se va a poder saber exactamente qué hubiera pasado si no se hubiera sembrado.

¿Posibles culpables?

En cuanto a esos extraños cambios en el clima que según muchos ocurren luego de que misteriosamente avionetas surcaran los cielos, los rumores culpan a las compañías aseguradoras para ahorrarse indemnizaciones por tormentas con granizo, parques solares que quieren maximizar su rendimiento e incluso como ya habíamos dicho, al sector turístico. Hasta la fecha no hay pruebas de la existencia de estas aeronaves que tantos agricultores han denunciado “espantan la lluvia”, pero lo que sí se puede decir es que sí existe una manera de provocarla y que estas misteriosas aeronaves nada tienen que ver con los casos en los que hay sequía…

Impactos medioambientales.

En cuanto al yoduro de plata se tiene que éste es realmente inofensivo en el corto plazo porque se usa en pequeñas cantidades, es prácticamente insoluble, tiene baja biodisponibilidad, y si llega a los organismos las tasas de retención no superan el 10%, con lo que las concentraciones de plata que llegan a nosotros serían despreciables. Pero, decir también que esta técnica de sembrar nubes debe seguir estudiándose pues también algunos artículos establecen que el uso de forma repetida a largo plazo puede afectar a la microbiota.

Por otra parte, y según el Instituto de Física Atmosférica de Alemania, las estelas de los aviones son las que no serían tan inofensivas, ya que podrían contribuir al calentamiento del planeta. Si bien las nubes bajas suelen ser una barrera que filtra la luz solar y hace que descienda la temperatura en la superficie terrestre, las estelas de los vuelos comerciales forman nubes que por estar a una mayor altura no filtran y además sus cristales de hielo sí pueden atrapar el calor, lo cual afectaría a la crisis climática incluso más que el propio dióxido de carbono.  Visto esto, se podría decir que la «fumigación» tal parece que se da de otra forma…

Y hasta aquí este recorrido «celestial»… ¿Conocían esta técnica de la siembra de nubes? O ¿son de los que siempre que ven estelas dicen que nos fumigan? 😉 Espero que les haya gustado el artículo de hoy y que cada vez que miren al cielo, se acuerden de quién les escribe y su pequeño y muy querido blog.

Para cerrar y antes de que diga alguna otra cursilada, como siempre, gracias por estar ahí, mucho ánimo en estos tiempos tan extraños y difíciles, no olviden cuidarse mucho, y porqué no, feliz día comercial del amor y la amistad… jajaja No lo pude evitar.  Chau y… ¡Hasta una próxima ocasión!