«El precio de la grandeza es la responsabilidad» – Winston Churchill.
Seguimos en Asia, y hoy vuelvo a escribir después de encontrar un tiempito entre viajes y distintos compromisos. No fue fácil comenzar esta nota, ya que hay temas que me afectan más de lo que quisiera. Aún así sentí que era necesario hacerlo. Esta vez vamos a un lugar muy especial para mí: Hong Kong.
Mi fascinación con esta ciudad nació de niña, cuando vi un documental sobre la distópica Kowloon, aquella estructura casi imposible, un bloque vivo y caótico donde miles de personas habitaban un laberinto vertical sin cielo, sin fronteras claras ni leyes. A su lado estaba el legendario aeropuerto de Kai Tak, famoso por esos aterrizajes surrealistas en los que los aviones parecían rozar los edificios antes de tocar tierra. Imágenes que, una vez vistas, se quedaron conmigo para siempre.

Una escena que solía ser cotidiana. Como me hubiera gustado aterrizar allí en un Concorde y yo misma hacer fotos así. Un lujo. Fotografía de Daryl Chapman.
Años después, cuando fui por primera vez (y ya ni la antigua Kowloon ni Kai Tak existían) de todas formas pude confirmar que hay algo en esa ciudad que me atrapa, más allá de lo que pueda explicar. Y quizás por esto, lo ocurrido allí la semana pasada me impactó tanto. Aunque es evidente la magnitud del desastre, lo viví como algo tremendamente cercano.
Tras informarme y revisar todo lo que ha ido saliendo a la luz, sentí que valía la pena dejar constancia de lo sucedido, no solo como registro, sino también para documentar causas y posibles lecciones que se pueden sacar de todo lo ocurrido. A continuación, haré un repaso de lo más importante acerca del gran incendio que tuvo lugar la semana pasada en Hong Kong, su relación con la química, por supuesto, y un homenaje a las víctimas y a todos aquellos héroes que con su extraordinaria valentía marcaron la diferencia.
Hong Kong en cifras.
Para entender un poco lo que ocurrió, conviene mirar primero el contexto: Hong Kong es la ciudad con más rascacielos del mundo, con alrededor de 569 edificios de más de 150 metros de altura, superando ampliamente a otras grandes metrópolis como Shenzhen (~444) y Nueva York (~317). Esta verticalidad extrema, se debe principalmente a la escasez de terreno, los altos costos inmobiliarios y su papel como uno de los principales centros financieros del planeta, junto con Londres y Nueva York.
Tenemos aquí una ciudad densamente compacta, donde el espacio se exprime al máximo mediante estructuras que parecen colmenas humanas. Esto no es casual: Hong Kong suele estar en el top 3 (junto a Mónaco y Nueva York) en la lista de los mercados de vivienda más caros del mundo, con precios «prime» (las zonas más exclusivas) que pueden superar los 25 mil dólares por metro cuadrado, por encima de otras ciudades famosas por tener costes elevados, como Londres, París, Sydney o Los Ángeles.
La combinación de terreno limitado, gran demanda y concentración de empleo hace que muchas viviendas sean extremadamente pequeñas y que miles de personas vivan en edificios de alta densidad o en micro apartamentos, y en los casos más extremos, en llamadas casas jaula o cage homes, compartimentos metálicos mínimos que ilustran el enorme desequilibrio entre espacio disponible y necesidad habitacional. Y, como es de esperar, todo este entramado urbano (vertical, comprimido y saturado) crea un entorno donde los incendios pueden propagarse de una forma particularmente compleja.
El peor incendio en décadas.
El pasado 26 de Noviembre de 2025, un incendio de enormes proporciones arrasó el complejo residencial Wang Fuk Court, en Tai Po. En cuestión de minutos, siete de los ocho edificios quedaron envueltos en llamas, desbordando cualquier capacidad de respuesta inmediata, incluso la de un cuerpo de bomberos tan preparado como el hongkonés. Se convirtió en el incendio urbano más mortal que la ciudad ha vivido en muchas décadas, solo superado históricamente por la tragedia del Happy Valley Racecourse Fire de 1918, considerado el peor desastre por fuego en la ciudad, con más de 600 fallecidos.
En una ciudad de rascacielos muy poblados, donde cualquier emergencia se intensifica por la enorme densidad humana, este siniestro fue un golpe especialmente duro ya que dejó en evidencia lo vulnerable que puede ser un entorno tan vertical cuando falla la prevención.
La tormenta perfecta: posibles causas y la química del incendio.
Aunque la investigación oficial sigue en curso, ya han salido a la luz factores que explican la magnitud del siniestro:
1. Andamios de bambú envueltos en plásticos.
Son habituales en Hong Kong, y pueden ser muy efectivos en manos expertas: permiten un montaje rápido, se adaptan bien a fachadas complejas y forman parte de una tradición constructiva profundamente arraigada en la ciudad. Sin embargo, esa eficacia operativa contrasta con los riesgos que implican desde el punto de vista de seguridad contra incendios. El bambú es combustible y, debido a su estructura hueca, facilita corrientes de aire internas que favorecen el efecto chimenea, impulsando las llamas hacia arriba con gran rapidez.
A esto se sumaron lonas y mallas plásticas que recubrían el andamiaje. Estos polímeros, como el PVC (cloruro de polivinilo) o el polietileno, se inflaman con facilidad, mantienen la combustión y generan humo tóxico. La combinación de bambú + plásticos creó un entorno ideal para que el fuego se propagara de manera inmediata y vertical, transformando un punto de ignición inicial en un incendio fuera de control.
2. Sellado de ventanas con poliestireno expandido (EPS).
El uso de este material (también llamado espuma aislante) fue uno de los factores más críticos. Aunque es ligero y económico, desde el punto de vista químico es altamente inflamable, ya que:
*Se enciende rápidamente,
*se derrite al quemarse y el material fundido cae en gotas incandescentes,
*estas gotas pueden encender otros elementos a su paso, extendiendo el fuego hacia niveles inferiores,
*libera vapores tóxicos como estireno y monóxido de carbono.
Este fenómeno conocido como combustión por goteo, convierte al EPS en uno de los polímeros más peligrosos en entornos de construcción, especialmente en zonas densamente pobladas.
3. Fallo del sistema de alarma y supervisión deficiente en la obra.
El sistema antiincendios del complejo no se activó a tiempo, lo que impidió avisar de inmediato a los residentes. En edificios altos, donde evacuar requiere tiempo y coordinación, esta falla tuvo consecuencias mortales.
La investigación también revela fallos considerables en la inspección y control de la obra. Varias decisiones no cumplieron los estándares mínimos de seguridad, desde el manejo del andamiaje hasta la elección de materiales.

Miles de personas dejan sus ofrendas y exigen explicaciones. Este pasado Sábado 29 de Noviembre empezaron los tres días de luto por el siniestro más mortífero en la historia reciente de la ciudad, con al menos 128 fallecidos confirmados y cerca de 200 personas aún desaparecidas.
Detenciones: quiénes fueron arrestados y por qué.
Las autoridades detuvieron a directivos de la empresa constructora, ingenieros responsables, supervisores de obra y seguridad. Los cargos enfrentados son negligencia con resultado de muerte, incumplimiento de normas de seguridad, uso de materiales no autorizados, corrupción en permisos y certificaciones.
Lo más grave: Todo apunta a que se priorizó el ahorro económico por encima de la seguridad humana.
Héroes que marcaron la diferencia.
En el medio del horror, surgieron historias de valentía que hay que mencionar. Tenemos por una parte, el caso de una trabajadora doméstica filipina, Rhodora Alcaraz, de 28 años, que logró rescatar a un bebé atrapado entre el humo y las llamas. Su acción instintiva y decidida evitó una tragedia mayor y la convirtió en símbolo de solidaridad dentro de la comunidad migrante, parte fundamental en la vida cotidiana de Hong Kong.
Está también el caso del bombero Ho Wai-ho, de 37 años, quien perdió la vida por inhalación de humo mientras intentaba llegar a los pisos más afectados en busca de sobrevivientes. Su sacrificio ha sido reconocido por toda la ciudad como ejemplo del compromiso y la entrega absoluta del cuerpo de bomberos de Hong Kong.

Rhodora Alcaraz habría llegado a Hong Kong pocos días antes de la tragedia, y Ho Wai Ho, quien estaba a un mes de casarse con su novia de toda la vida.
Cabe destacar, como entre los escombros y el humo se rescataron también varios animalitos de compañía atrapados en los apartamentos. Gatos, perros, incluso aves y tortugas fueron puestos a salvo gracias a vecinos y equipos de emergencia que se negaron a abandonar el edificio sin ellos. Estos actos, aunque menos mediáticos, revelan la sensibilidad, calidad humana y valor de quienes arriesgaron más de lo esperado por seres que también forman parte de la familia.

Apodado «Fa Jai» por sus compañeros, este valiente bombero se hizo viral por haber rescatado él solo a 9 gatos y un perro. ¡Bravo!
Lecciones que no se pueden ignorar y homenaje a las víctimas.
Resumiendo, tenemos lo siguiente:
*Actualizar y reforzar protocolos de seguridad,
*evitar materiales inflamables como el EPS en sellados temporales,
*replantear el uso de andamios de bambú en combinación con polímeros modernos,
*garantizar sistemas de alarma funcionales, y
*exigir auditorías independientes, sobre todo, en remodelaciones a gran escala.
Porque una ciudad tan vertical y densamente poblada como Hong Kong requiere estándares de prevención extremadamente rigurosos.
Sirva esta publicación también como homenaje a quienes perdieron la vida, a quienes arriesgaron la suya para salvar a otros y a quienes hoy siguen enfrentando las consecuencias. Que lo ocurrido no quede solo como un capítulo doloroso, sino como un llamado urgente a la responsabilidad, la prevención y el cuidado colectivo.
Me despido con una foto de un muy ilustre hongkonés, todo un guerrero que puede ser una gran fuente de inspiración, sobre todo en tiempos difíciles. Seguro lo conocen. Como siempre, gracias por estar ahí, y…. ¡hasta la próxima!


