“La ciencia es la poesía de la realidad.” – Richard Dawkins.
No cabe duda que el Año Nuevo se vive como un ritual colectivo: celebraciones, brindis, luces, comilonas, emociones intensas y un ambiente cargado de simbolismo. Pero detrás de lo que experimentamos y sentimos hay una serie de procesos químicos que explican por qué la noche del 31 de Diciembre es tan especial… y por qué el 1 de Enero suele sentirse tan pesado.
Sin más preámbulos, a continuación te cuento qué ocurre realmente en tu cuerpo y en el ambiente cuando despedimos un año y damos la bienvenida al siguiente.
El espectáculo del cielo: la química detrás de los fuegos artificiales.
Los fuegos artificiales funcionan gracias a una combinación precisa de combustión, presión y electrones excitados. Cada carga contiene una mezcla que, al encenderse, alcanza temperaturas altísimas en una fracción de segundo. Esa energía hace que los electrones de ciertos metales suban momentáneamente de nivel; y, al volver a su estado original, emiten luz en colores definidos por su composición química.
Es la presencia de sales metálicas lo que determina el tono final: estroncio para rojos intensos, cobre para azules, sodio para amarillos y bario para verdes, tal como muestra la siguiente infografía.
El estallido no es solo ruido y luz, sino también una secuencia perfectamente controlada de reacciones químicas, donde combustible, oxidante y metales trabajan en armonía para crear la explosión y su color característico.
El brindis: lo que el alcohol hace en tu cerebro.
Cuando tomamos una copa, el etanol atraviesa con facilidad las membranas celulares y llega al torrente sanguíneo en minutos. Su impacto principal ocurre en el cerebro, donde interactúa con dos sistemas clave:
*GABA: el “freno químico” del cerebro. El etanol potencia los receptores GABA, un neurotransmisor inhibidor encargado de reducir la actividad neuronal. Por eso aparece esa sensación de relajación, hay menos ansiedad y movimientos más lentos: el cerebro literalmente baja revoluciones.
*Dopamina: el circuito de recompensa. El alcohol incrementa la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, una zona asociada con el placer, la motivación y la sociabilidad. De ahí la euforia ligera, la desinhibición y la sensación de conexión emocional con otras personas.
Sin embargo, cuando el hígado ya no puede metabolizarlo tan rápido, el etanol genera deshidratación, inflamación y alteración del sueño… la antesala a la infame resaca.
La «otra» resaca del 1 de Enero: lo que ocurre en tu metabolismo.
No hace falta beber alcohol para sentirse mal al día siguiente. El exceso de comida también desencadena una serie de respuestas bioquímicas que imitan una resaca.
Los picos de glucosa, por ejemplo, son especialmente agresivos: un postre navideño eleva el azúcar en la sangre muy rápido, pero luego cae bruscamente. Esa caída activa adrenalina y cortisol, provocando cansancio, irritabilidad y un bajón notable de energía.
Las comidas grasas se digieren lentamente, exigiendo un esfuerzo adicional al sistema digestivo. Esto desvía sangre hacia el estómago, produce inflamación y genera la típica sensación de pesadez. La sobrecarga del hígado, tanto por fructosa como por grasas y aditivos, añade fatiga. Y el exceso de sal provoca retención de líquidos y sed constante.
La química de lo que sentimos: cierre, memoria y renovación.
La sensación de que “algo termina y algo empieza” no es solo cultural. El cerebro interpreta el final de un ciclo como un evento significativo, y eso altera varios sistemas químicos.
*La dopamina aumenta ante cualquier expectativa de novedad, por eso la medianoche del 31 se siente tan cargada de posibilidad.
*La oxitocina, que se libera con abrazos, convivencia y vínculos sociales, refuerza la sensación de unión y pertenencia.
*El cortisol, en cambio, sube cuando anticipamos cambios o nos estresan las expectativas del nuevo año: metas, comparaciones, balances.
El resultado: un cóctel bioquímico que mezcla entusiasmo, nostalgia, cierre emocional y un deseo profundo de renovación.
Y hasta aquí este pequeño recorrido por la química detrás de este día tan especial, me despido deseándoles todo lo mejor en este 2026 que empieza, como siempre, gracias por estar ahí, y… ¡Hasta la próxima!



