¡Súper plástico al rescate!

Las bolsas de plástico tardan una media de 400 años en descomponerse, y en España, se reparten cada año más de 13 mil millones de bolsas plásticas, es decir, unas 300 por persona. ¿No es un derroche usar un producto tan importante como el petróleo para hacer un bien de consumo que tiene una vida media tan larga y una vida útil de apenas minutos?

¿Podremos decir pronto SÍ al plástico?

La respuesta es un rotundo SÍ, y es por esto que muchos esfuerzos se están dirigiendo hacia transformar al plástico en un producto no solo más útil, sino más amigable con el medio ambiente.

Uno de estos esfuerzos es el que científicos de la Universidad de Adelaide en Australia, han hecho al descubrir una forma de reciclar las bolsas de plástico no biodegradables, transformándolas en membranas de nanotubos de carbono, las cuales tienen múltiples aplicaciones industriales dentro del campo de la tecnología, la energía y la medicina. Este «reciclaje nanotecnológico» de las bolsas de plástico, tendría el propósito de darle un nuevo valor comercial con múltiples aplicaciones y contribuir a minimizar el impacto de estos elementos no biodegradables sobre el medio ambiente.

Estos nanotubos de carbono obtenidos a partir de la vaporación del plástico tienen una resistencia y rigidez excepcional. De hecho, las propiedades eléctricas, térmicas, mecánicas y conductoras que ofrecen estos cilindros de átomos de carbono, abren todo un abanico de posibilidades en la fabricación de componentes electrónicos, equipamiento deportivo, herramientas biomédicas, dispositivos de detección, baterías de larga duración, turbinas de viento, etc.

Los diversos usos de los nanomateriales.

El proceso.

Para obtener este nanocomposite con valor comercial se vaporizan trozos de plástico en un horno a cierta temperatura, con el propósito de obtener diminutas capas de carbono que se alinean en los nanoporos de membranas de alúmina. Como resultado de este proceso se obtienen pequeños cilindros de átomos de carbono de un nanómetro de diámetro, es decir, el equivalente a 1/10000 parte del grosor de un cabello humano.

La posibilidad de transformar las bolsas de la compra en un material 100 veces más resistente que el acero pero 6 veces más ligero, convierten los nanotubos de carbono en un digno competidor del grafeno o del siliceno. Pero lo más importante es la posibilidad de combatir los problemas ambientales derivados del uso generalizado de estas bolsas no biodegradables.

Comparación nano vs. micro.

Para cerrar, hay que señalar que existe un mercado potencial para los nanotubos de carbono, pero una vez más el factor económico será decisivo: el proceso debe ser optimizado para hacerlo más económico, rápido y eficiente.

Por esto, sólo resta decir que a pesar de lo lejos que se vislumbra la completa aplicación de estas tecnologías, estamos sin duda alguna por el buen camino… 😉

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