El futuro, es sin duda alguna, el protagonista de muchos de las publicaciones en este blog. Siguiendo la tradición, el post de hoy va sobre algo que puede sonar un poco a ciencia ficción: Las factorías del futuro, o cómo a mi me gusta llamarlas, las factorías perfectas.
Escribo esto y me vienen a la mente Los Supersónicos, esa serie animada en la que teníamos coches voladores, robots y demás artilugios tecnológicos. Pero en este caso la «ficción» o esa visión a futuro esta muy cercana a la realidad, y es de hecho algo muy factible.
La fábrica del futuro va a existir, y de ello se ocupa Cartif, un centro tecnológico vallisoletano que coordina un proyecto, cofinanciado por la UE, y que busca las claves para que la industria sea lo más energéticamente eficiente posible y que a la vez sea respetuosa con el medio ambiente.
Tres de los socios principales, además de la prestigiosa sociedad alemana Fraunhofer, son precisamente tres factorías que van a ser el centro de operaciones del proyecto: La galletera Gullón en Palencia, España, una acería del norte de Italia y una fábrica textil turca. Sectores bien distintos en climas distintos, cuyos procesos de producción se toman como ejemplo, para ser analizados y estudiados. Los cambios derivados del proyecto se usarán de la mejor manera posible para mejorar consumo de energía y los parámetros medioambientales.
Cabe destacar que todas estas fábricas a pesar de lo diferentes que son, tienen algo en común: Deben producir lo mismo de siempre pero sin que los precios energéticos (cada vez más en alza) les supongan una pérdida de cuota de mercado.
Ámbitos de actuación.
1) Los procesos de producción: Se busca ver cómo están controlados, para verificar si hay alguna manera de hacerlos más energéticamente eficientes. Así por ejemplo, se puede bajar la velocidad a la que se mueven las máquinas tejedoras de la empresa textil, para comprobar si producen lo mismo con menos energía.
Asimismo, se busca la llamada energía fantasma: aquella que consumen esos sistemas que, en gran cantidad de fábricas, continúan encendidos y que, por el contrario, no se están utilizando. En resumen, se busca controlar todo aquello que resulte en un consumo innecesario de energía.
2) Energía sobrante: Se trata de reutilizar esa energía y reinvertirla en el proceso. Un ejemplo de proceso donde se puede reaprovechar energía es el de un horno para generar metal fundido: en él, la compañía debe gastar mucho dinero en deshacerse de un calor a 900ºC para, simplemente, poder expulsarlo a la atmósfera a una temperatura casi diez veces inferior.
3) Energías limpias: Se trata de adaptar las renovables más adecuadas a la fuente convencional de energía para que la mayor parte del consumo proceda de esta energía limpia, cerrando así el ciclo ahorro+sustentabilidad. El objetivo es adaptarse a las energías que ofrezca el entorno, a cualquiera, siempre y cuando sean renovables.
La parte medioambiental es crucial. En ese ámbito del proyecto trabaja Alberto Moral quien dice que: «Paralelamente, hacemos un seguimiento de dichas actividades para valorar cuál es el grado de mejora ambiental que se obtiene con esas modificaciones». Es decir, se busca una ‘vigilancia’ constante de todo el proyecto para canalizar las actuaciones hacia esos tramos de la fábrica de mayor actividad y en los que hay mayor margen de mejora. Esto implica un seguimiento total para calcular parámetros medioambientales tales como huella de carbono, uso de renovables, consumo y gestión de residuos.
Por otra parte, se quiere dar empuje a tecnologías ya existentes para que salgan al mercado y contar con fondos adicionales que permitan a la fábrica arriesgarse y demostrar cómo y de qué manera es posible configurar un proceso de producción más económico y a la vez más eficiente y respetuoso con el medio ambiente.
Y… ¿Cómo será la fábrica ideal dentro de, digamos, una década?
«La fábrica ideal a 10 años por ejemplo, tendrá que estar lo más integrada posible en la energía de su alrededor desde el punto de vista ambiental y tendrá que producir no sólo de acuerdo a la demanda, sino a la oferta del medio ambiente«. Éste es el punto de vista del coordinador del proyecto a nivel europeo, Aníbal Reñones.
Considera además que el chip de los industriales está cambiando. «Antes, la energía se tomaba que estaba ahí para ti, que era algo que usabas y ya está. Pero eso cambia por cuestiones ambientales y por costes energéticos». ¿En qué medida? «Quizás en un futuro hablemos de una reorganización de factorías en función de la energía que haya». Es decir: si una compañía quiere desarrollar una actividad, deberá instalarse en el lugar que produzca ese tipo de energía (limpia). Mientras, los investigadores continúan trabajando por ese limpio y esperanzador futuro, en el que logremos estar en total armonía con el planeta.
Más allá del medio ambiente…
Más allá de la sustentabilidad de una fábrica, esta la perspectiva que ofrece FLEXINET (Intelligent Systems Configuration Services for Flexible Dynamic Global Production Networks), un proyecto europeo que tiene como objetivo, en el plazo de tres años, diseñar un sistema de información y conocimiento basado en redes colaborativas y en la integración de los diferentes ámbitos de información de la empresa para ayudar a los gestores de las empresas a una toma rápida de decisiones y a mejorar los sistemas productivos y la cadena de valor.
Este ambicioso proyecto, basado en tecnologías semánticas, de Inteligencia Artificial y los últimos enfoques en los sistemas de información, está formado por Loughborough University (UK), Coventry University (UK), Fraunhofer-Gesellschaft (Alemania) y empresas como Customdrinks SL (España), Indesit Company S.PA (Italia) y KSB AG (Alemania).
Los resultados de este proyecto facilitarían en gran medida la toma de decisiones, ya que buscarían:
- Ofrecer una mejor respuesta a las necesidades del cliente.
- Conseguir mejoras radicales en la evaluación de los parámetros críticos que participan en la configuración de la red.
- Mejorar de la planificación, a toma de decisiones dentro de la red de producción y las fortalezas de la red de proveedores.
- Reducir el coste de la introducción de nuevas variantes de producto / servicio.
- Gestionar, filtrar e interpretar datos para facilitar toma de decisiones.
Si sumaramos el impacto de ambos proyectos, tendríamos factorías inteligentes que serían más eficaces en todo el sentido de la palabra, ya que se podrían llevar a la realidad ideas prácticamente de «un día para otro» y de una manera amigable con el medio ambiente. Es decir, tendríamos la factoría perfecta, y un panorama como sacado de serie de ficción. Una agradable y esperanzadora ficción que sin duda alguna nos beneficiaría a todos y que esperemos se haga realidad. ¿Se habrían imaginado esto los creadores de Los Supersónicos? 😉
Para cerrar, les deseo un feliz inicio de verano, o de invierno para quienes estén en el hemisferio sur, gracias por leerme, y… ¡hasta el próximo post!



