«En la naturaleza no hay nada superfluo» – Averroes.
No es que este sea un blog de geografía ni somos vulcanólogos, ya saben que no, pero no pudimos evitar dedicar una publicación a la muy reciente erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma, parte del archipiélago canario en España. Un hecho importante pero que no deja de ser normal ya que es parte de la realidad de nuestro planeta, en especial y como es evidente, de las denominadas zonas volcánicas.

La Cumbre Vieja es uno de los complejos volcánicos más activos y en ella se han producido dos de las tres últimas erupciones registradas en las islas, siendo la otra en Lanzarote. Según INVOLCAN, el volcán de La Palma emitirá unas 6.000 – 9.000 toneladas de dióxido de azufre (SO2) diarias.
Como solemos hacer, les hablaremos de aquello que vincula a la química con estos explosivos fenómenos. Predicción, cambio climático fertilidad y toxicidad son algunas de las palabras claves que trataremos a continuación. Veamos…
La química como factor predictivo.
Predecir el momento en el que un volcán entrará en erupción es muy difícil, sin embargo, se ha determinado que ciertos cambios químicos son determinantes a la hora de ver que “algo está a punto de pasar”. Serían los cambios en la producción y la proporción de los diferentes gases, como el dióxido de carbono (CO2), y el tamaño de las burbujas de gas que salen a la superficie los que darían la clave.

Espectro de absorción del dióxido de carbono por infrarrojo.
En un estudio realizado en el volcán Kilauea en Hawaii, se colocó un espectrómetro infrarrojo en el borde del cráter, se registraron las composiciones de gas en la atmósfera cada pocos segundos, y con cada medición se calculó la temperatura del gas volcánico. Con esto, se halló que las temperaturas de los gases eran altas cuando el lago de lava estaba apacible y bajas cuando había “mucho burbujeo”.
Por otro lado, se sabe que las burbujas más grandes suben más rápido a través del magma y se expanden rápidamente cuando se reduce la presión, así como ocurre con una botella de champaña cuando ésta se descorcha: la presión sobre el líquido disminuye y eso hace que el gas disuelto forme burbujas que van creciendo a medida que suben. En un volcán, las burbujas en el magma son las que, al crecer, se expulsan al exterior.

Así fue fotografiado el Bogoslof en agosto de 2017. Nos pareció impresionante por eso lo incluimos. Vía: Observatorio de Volcanes de Alaska.
En cuanto al tamaño de las burbujas, y como dato curioso, caben destacar las liberadas por el volcán (sumergido) Bogoslof, situado en las islas Aleutianas, a 100 km de Unalaska (EEUU), las cuales tendrían un diámetro de “sólo”… ¡440 metros! Estas burbujas serían unas esferas gigantes que encerrarían hasta casi 55 millones de metros cúbicos de agua, CO2 y dióxido de azufre (SO2). Números realmente «explosivos», los cuales, por cierto, nos sirven de lujo para ir al siguiente punto…
Volcanes y calentamiento global…
Aunque a muchos les resulte difícil de creer, las sustancias emitidas por los volcanes podrían más bien contribuir con el enfriamiento del planeta. Como ejemplo está una de las erupciones más grandes del pasado siglo XX, la del Monte Pinatubo en 1991, la cual se sabe inyectó unas 20 millones de toneladas de SO2 haciendo formar una nube a 32 kilómetros de altura que más bien sirvió para reflejar de vuelta al espacio una parte considerable de las radiaciones que provienen del sol, luz incluida. Resultado: una reducción global en la temperatura de 0,6ºC.
Secuencia de los principales procesos a los que se ve sometida la nube resultante de una erupción volcánica y cómo esta puede influir en el enfriamiento del planeta.
Pero no todo es tan lindo, como se imaginarán. El SO2 y otros compuestos reaccionan con el O2 y otros gases formando, los nada bienvenidos, ácido clorhídrico (HCl), uno de los causantes de la lluvia ácida, y el ácido sulfúrico (H2SO4), el cual, como se sabe, contribuye a la destrucción del ozono. En cuanto al CO2, el gas causante del infame efecto invernadero y al que se le atribuye el calentamiento global, se sabe que los volcanes generan mucho menos del que generan, adivinen quiénes…
Sí, adivinaron. Nosotros los seres humanos. Nuestras actividades generan alrededor de 35 mil millones de toneladas de CO2 anuales mientras que un inocente volcán emite menos del 1% de esa cantidad. Y sí, decimos inocente, porque si algo se ha visto es que nosotros con todo y que tenemos uso de razón (o se supone) somos una de las mayores amenazas para nuestro propio planeta. Lamentable, pero real. Las cosas como son.
Fertilidad.
Algo que quizás muchos no saben y que les hace preguntarse porqué vive gente en zonas cercanas a los volcanes, es que el material volcánico que se produce durante las erupciones se puede mezclar con la tierra aledaña y da lugar a que, con el tiempo, éste sea un suelo muy adecuado para la agricultura. Estos suelos volcánicos se conocen como andisoles o andosol, una palabra compuesta de los vocablos japoneses an do que significa «suelo oscuro». Los Andisoles son livianos y esponjosos; tienen un alto contenido de vidrio de borosilicato y tienden a acumular materia orgánica.

Finca Cercado del Pino, ubicada en Tenerife a 620 m de altitud. Sus suelos andisoles permiten producir uvas blancas Listán Blanco de Canarias, Albillo Criollo y Verdello.
Son también excelentes para el desarrollo de las raíces de las plantas ya que tienen una estructura estable, de baja densidad pero porosa, lo cual permite al suelo retener agua y hacerlo relativamente resistente a la sequía. Debido a que son muy permeables, las raíces también pueden alcanzar una mayor profundidad y drenar más fácilmente, evitando con esto que se humedezcan demasiado y acaben pudriéndose.
Lava y mar…
La combinación de ambos, como se imaginarán, no es algo bueno. El magma, al entrar en contacto con el agua salada, da lugar al denominado LAZE (acrónimo de lava y haze, neblina en inglés), el cual produce un humo muy caliente y tóxico, que contiene ácido clorhídrico y vidrio, una mezcla de la que hay que alejarse lo más posible, ya que puede irritar la piel, los ojos, causar quemaduras así como también problemas respiratorios, llegando a ser mortal tanto para personas como para el hábitat del lugar.

El término LAZE, usado por el Servicio Geológico de EE.UU para describir este humo que se forma cuando lava y mar se unen. Uno de esos espectáculos que es mejor ver de lejitos… Muy lejitos.
Y hasta aquí este recorrido volcánico de hoy. Para finalizar, y volviendo a la Cumbre Vieja que inspiró esta publicación, decir que deseamos que esta situación en La Palma concluya muy pronto y que los daños sean los menores posibles. A ustedes que nos leen, les deseamos ya un feliz otoño (o primavera según donde vivan), esperamos que estén bien, estén donde estén, y como les decimos siempre, gracias por estar ahí, manténganse siempre sanos y positivos y… ¡Hasta la próxima!