“El caos en el mundo trae inquietud, pero también permite la oportunidad de creatividad y crecimiento”. – Tom Barrett.
Queridos lectores, hoy por fin nos sentamos un rato para hablarles acerca de un poco de geopolítica y medio ambiente. No sabemos como lo ven ustedes, pero aquí cada vez que leemos sobre geopolítica, se nos viene a la mente la palabra guerra, y todos esos conflictos bélicos de los que ya tan poco se habla, pero que no por ello han dejado de ocurrir… Y no nos referimos sólo a lo de Ucrania, guerra que continua su curso por cierto, sino a otras tantas en distintas partes del mundo, que nunca han tenido tanta repercusión mediática.
En fin, suspiramos muy profundo, y dejando de lado una de las tantas cosas absurdas, crueles e injustas de ésta nuestra única nave espacial, pasamos a hablarles de un par de temas que están muy relacionados con la química, por supuesto, pero que han tenido la mala suerte de coincidir en un momento tan triste y espinoso como lo son las guerras.
El oro blanco y un efecto boomerang.
Dicen «las malas lenguas» que una de las cuestiones que hay detrás del conflicto en Ucrania, es el hacerse con el control de grandes yacimientos del llamado oro blanco, el litio, un mineral clave para la fabricación de baterías de los teléfonos móviles (sin los cuales ya no sabemos vivir jajaja) y esos coches eléctricos tan amigables con el medio ambiente, polémica de sus baterías aparte (de eso hablaremos en otro post).

Principales reservas y productores a nivel mundial. Cabe destacar que China a pesar de no ser «el más fuerte», es el principal productor de baterías para coches eléctricos. Vía elordenmundial.com.
A pesar de que la mayor parte de esta materia prima se encuentra en manos de Bolivia, Argentina y Chile, se especula que Ucrania posee cerca de 500 mil toneladas de Litio, lo que lo convertiría en una de las mayores reservas del mundo, lejos del top 5, es cierto, pero con una cantidad suficiente como para ser una ‘mina de oro’ tanto para Europa como para Estados Unidos y Rusia.
Existe además otro mineral muy importante, con el que Rusia podría contrarrestar las sanciones a las que se ha visto sujeta como consecuencia de la guerra. Se trata del Paladio, material esencial para la producción de semiconductores y para la industria automovilística, más en concreto para los convertidores catalíticos para frenar las emisiones. Rusia representa aproximadamente el 40% de la producción mundial de este mineral, y se estima que en 2021, la rusa Nornickel produjo 2,6 millones de onzas troy de paladio. Este suministro evidentemente se ha visto afectado por el conflicto bélico, el cual además ha impulsado un alza exponencial en los precios del mineral.

El paladio amplió sus ganancias hasta un máximo de 10 meses, superando la marca de los 2.965,00 dólares la onza, en medio de la mayor preocupación por la escasez de suministro de Rusia. La onza troy es la unidad de peso que se suele utilizar para los metales preciosos, y equivale a 0,031 kilogramos. Vía PrecioOro.com.
Así que, como ven, y considerando que esto que les contamos es una minúscula parte de todo lo relativo a este horrible conflicto, se puede decir que la lucha por el control de estos minerales parece que esta lejos de terminar. Y como siempre pasa en todas las guerras, pagan los más inocentes. Una pequeña reflexión: ¿Es que acaso no existen otras formas de disponer de recursos? ¿Es necesario llegar a este tipo de situaciones? A nosotros nos parece que sí existen otras maneras, sino vean que pocos conflictos hubo hace unos pocos años, pero bueno, no nos queremos meter en política aquí. Si ustedes leen sobre estos temas, saben a qué nos referimos… En fin, sigamos con lo bonito del post de hoy.
La oportunidad verde en el medio del caos.
Uno de los tantos temas que han surgido con esta guerra, es el relativo a la dependencia del gas proveniente de Rusia. Más allá de buscar nuevos proveedores de gas, muchos apuntan a la inversión para el desarrollo de nuevas fuentes de energía.
Una que llama poderosamente la atención es la del biogás, el cual no es más que una mezcla de metano (CH4), dióxido de carbono (CO2) y pequeñas cantidades de otros gases, que se genera durante la descomposición biológica de la materia en un entorno sin oxígeno. Este se obtiene, básicamente, de los residuos de la ganadería y la agroindustria, de los lodos de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas y de la parte orgánica de los residuos sólidos urbanos.
A partir de este biogás inicial se puede obtener además biometano, un combustible más puro que es posible inyectar en la actual infraestructura gasista y que además es compatible con los vehículos propulsados por gas natural. Su obtención consiste en someter al biogás a una serie de etapas de purificación y enriquecimiento, eliminando aquellos componentes minoritarios presentes en la mezcla y separándolo del CO2 mediante un proceso denominado upgrading.

Planta de gestión de residuos.
Se sabe, además, que el biometano es capaz de proporcionar calor y energía eléctrica para prácticamente todo tipo de usos industriales, reúne las ventajas propias del gas natural, tales como el almacenamiento, la flexibilidad y poder calorífico, pero sin las emisiones de carbono originadas en su combustión. Y es que, a diferencia de lo que ocurre con los combustibles fósiles como el gas natural, la combustión de biogás o biometano no incrementa la cantidad de CO2 atmosférico, y evita demás que se libere CH4 a la atmósfera, otro potente gas de efecto invernadero con una capacidad de calentamiento 80 veces más potente que la CO2.
Así que, se tiene una excelente y muy ecológica alternativa aún no muy explotada, que además generaría mas oportunidades de empleo, sobre todo en zonas rurales. Un escenario en el que todos ganan. Una maravilla, ¿no les parece?
Y con esta joya de alternativa energética cerramos la publicación de hoy. Esperamos les haya gustado, les sea de alguna utilidad y les de algo de esperanza en el futuro. Muchas gracias por estar allí, nuestros mejores deseos para ustedes como siempre, un NO rotundo a la guerra, un SÍ contundente a la paz y a la negociación, y … ¡hasta la próxima!
