Tus bebidas de siempre bajo sospecha: microplásticos, el enemigo invisible que tomas cada día.

“Un grano de arena es un desierto, y un desierto es un grano de arena”- Khalil Gibran.

La contaminación por plásticos ya no se queda en los océanos: también llega a lo que bebes cada día. Investigaciones muy recientes (de este mismo año) revelaron que bebidas como el agua, el té, el café, jugos y hasta refrescos contienen microplásticos que ingerimos sin darnos cuenta.

Están en todas partes…

Lo más inquietante es que no siempre provienen de las botellas plásticas. Envases que parecían más seguros, como el vidrio con tapas metálicas, también esconden riesgos inesperados. A continuación veremos en qué se basan estas afirmaciones, qué riesgos reales implican para la salud, y sobre todo, que puedes hacer en tu día a día para reducir la exposición a este enemigo invisible.

¿Qué dicen los estudios recientes?

Una investigación de la Universidad de Birmingham publicada en Science of Total Environment (2025) analizó 155 bebidas populares. El hallazgo fue claro: todas contenían microplásticos.

*Té caliente: 60 partículas por litro.

*Café caliente: 43 partículas por litro.

*Té y café fríos: entre 31 y 37 partículas por litro.

*Jugos y refrescos: entre 17 y 30 partículas por litro.

Estas partículas tenían un tamaño que oscilaba entre 10 y 157 micrómetros (mucho menos que el grosor de un cabello humano), lo que las hace prácticamente invisibles a simple vista. Pertenecían principalmente a polipropileno (PP), polietileno tereftalato (PET, el plástico más común en botellas) y poliestireno (PS). El polipropileno, muy usado en tapas y revestimientos, fue el más frecuente. Los investigadores también estimaron la exposición diaria promedio de los adultos a través de las bebidas: alrededor de 1,6 a 1,7 partículas por kilogramo de peso corporal, lo que nos da que un adulto promedio puede ingerir más de 100 partículas al día solo a través de bebidas.

Rango de tamaños, una buena referencia: todo lo que esté por debajo de 5 mm es considerado micro.

Lo más sorprendente es que el precio no marcó ninguna diferencia: las marcas más caras no presentaron menos microplásticos, en algunos casos incluso mostraron niveles más altos que las más económicas, desmontando esto la idea de que pagar más garantiza una bebida más limpia.

Por otra parte, un estudio de la agencia francesa ANSES sorprendió al mundo: las botellas de vidrio pueden contener hasta 50 veces más microplásticos que las de plástico o latas. La razón está en las tapas metálicas, las cuales llevan una fina capa plástica por dentro para sellar mejor. Al girar esta tapa, la capa plástica se roza contra el vidrio y libera fragmentos que caen dentro del líquido. Incluso la pintura de poliéster exterior puede desprenderse y terminar en la bebida al abrirla.

Cabe destacar también, las bolsitas de té como una fuente de microplásticos. El proyecto europeo PlasticHeal confirmó que las bolsitas de té hechas con polímeros como el nylon-6, el polipropileno o la celulosa pueden liberar millones, e incluso miles de millones de micro y nano plásticos por taza. Estos fragmentos no solo se disuelven en el agua caliente, sino que algunos tienen la capacidad de penetrar células intestinales e incluso pasar al torrente sanguíneo.

Y ya que hablamos del cuerpo humano… ¿Qué tan dañinos son para nuestro organismo?

Microplásticos y su efecto sobre la salud.

La investigación científica aún esta en curso, y aún no existe consenso acerca de qué cantidad exacta es dañina para los seres humanos. Sin embargo, estudios llevados a cabo hasta la fecha ya muestran señales preocupantes:

*Estrés oxidativo e inflamación celular que puede favorecer enfermedades crónicas.

*Acumulación en la sangre, y en órganos como el hígado y el cerebro. Investigadores incluso sugieren relación con síntomas de Alzheimer.

*Alteraciones hormonales y reproductivas, además de desequilibrios de la microbiota intestinal.

*Posibles riesgos de cáncer a largo plazo.

¿Cómo reducir la exposición?

Aunque no se puede eliminar completamente el riesgo, sí se puede minimizar con acciones simples:

*Evita bebidas calientes en plásticos: el calor acelera la liberación de partículas. Usa acero inoxidable o vidrio con tapas seguras.

*Revisa y enjuaga las tapas de los envases de vidrio con tapas metálicas: como ya hemos visto, el vidrio en si no libera microplásticos, pero las tapas metálicas sí. En lo posible elige envases con tapón de corcho, tapa de vidrio con goma de silicona alimentaria o acero inoxidable sin recubrimientos plásticos.

*Opta por el agua filtrada en casa: reduce hasta en un 90% la exposición frente al agua embotellada.

*Ojo con los tupperware y plásticos en microondas o en el congelador: no es que no se usen, sino que hay que elegirlos bien. Elige envases certificados en buen estado (ni rayados ni desgastados) para uso alimentario y libres de BPA (un compuesto químico usado en plásticos que puede alterar el sistema hormonal).

¡Es clave!

Para recalentar y almacenar a largo plazo, lo más seguro es optar por vidrio, acero inoxidable o bolsas de silicona de grado alimentario. A diferencia del plástico convencional, la silicona de calidad para alimentos no libera microplásticos al frío ni al calor. Son reutilizables, seguras y una alternativa más sostenible que las bolsas plásticas desechables.

Visto todo lo anterior, se puede decir que los microplásticos han dejado de ser un problema lejano a ser uno muy presente en nuestra vida diaria, más de lo que pensábamos. Sin embargo, la clave no está en alarmarse, sino en tomar elecciones más conscientes y considerar que existe un camino hacia el equilibrio: elegir mejor los envases, cuidar cómo usamos los plásticos y optar, en la medida de lo posible, por alternativas más seguras.

Me hizo gracia que ya hay hasta camisas sobre el tema. Y muchos diseños. Otra muestra de la increíble e infinita creatividad humana.

En líneas generales, no se trata solo de vivir sin plástico, sino de usarlo de forma responsable: reducir su uso innecesario, reciclar y elegir envases más seguros. Así podemos proteger nuestra salud y, al mismo tiempo, cuidar el medio ambiente. Con pequeños cambios individuales y grandes innovaciones colectivas, es posible, construir eso que llaman un futuro mejor, o al menos, uno más limpio.

Muchas gracias por leerme, y.. ¡hasta la próxima!

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