“Tú y yo somos tan continuos con el universo físico como una ola lo es con el océano” – Alan Watts.
Cuando una etiqueta promete un sabor «natural», solemos imaginar campos, flores, frutas frescas y procesos artesanales. Esa palabra evoca pureza, autenticidad y una conexión directa con la tierra. Sin embargo, para la química, no se trata de una esencia sagrada, sino de una forma de origen: un modo de describir de dónde proviene una sustancia, no qué tan «pura» es.
Y es que lejos de enfrentarse, naturaleza y laboratorio comparten el mismo lenguaje: el de la transformación. Ambos operan bajo las mismas leyes físicas, solo difieren en el método, la escala y la intención. A continuación te cuento cómo la química redefine lo que entendemos por “natural”, y por qué el marketing ha convertido ese término en una de la ilusiones más rentables del siglo XXI. Sigue leyendo









